Violencia Escolar

Violencia Escolar

jueves, 14 de octubre de 2010

Tambien los insultos y burlas son formas de violencia en las escuelas

La coordinadora de Programas para la Construcción de Ciudadanía en las Escuelas del Ministerio de Educación de la Nación, Mara Brawer, dijo que el fenómeno de la violencia en las escuelas “está presente” y “es preocupante” por las formas que son la burla y la agresión verbal. Las llama “incivilidades”, siguiendo al sociólogo Gino Germani, para diferenciarlas de la agresión física propiamente dicha.
Un estudio del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, dependiente de la cartera educativa nacional, revela que la forma de “incivilidad” más habitual en la escuela es la rotura de útiles o pertenencias entre compañeros. Más de la tercera parte de los alumnos encuestados dice haber sido víctima de esta modalidad.
Los gritos, las burlas y los insultos le siguen en importancia: entre un 12 y un 15 % aproximadamente de los estudiantes dice haber pasado por este tipo de situaciones. Y sólo en un 7 % de los casos señalaron haber sido excluidos por sus compañeros.
El estudio (ver aparte) agrupa a estas formas de violencia escolar bajo el nombre de “incivilidades” y las sitúa por encima de la agresión física propiamente dicha, que pueden ser las amenazas, los golpes, las amenazas o golpes de patotas y el robo por la fuerza.
“A veces se pone el acento en la agresión física y no en la burla o la discriminación, que son formas más silenciosas de violencia que afectan la vida de los chicos y su proceso educativo. Cuando son adultos, no dicen: “Padecí la escuela porque me pegaban por ser gordo’, pero sí porque se burlaban de esa condición”, ejemplificó Brawer.

Discriminación
La investigación no relevó el porcentaje de discriminación, pero la especialista detalló que las burlas están siempre referidas a la raza, al país de origen o a temas estéticos como la gordura o la altura. “Hasta hay chicas a las que les pegan por ser lindas porque simbolizan aquello que otros anhelan y no tienen”, subrayó Brawer, que es licenciada en Psicología.
En este sentido, el estudio del Observatorio de Violencia en las Escuelas destaca que la rotura de útiles y pertenencias se da más en aquellos chicos que cursan en escuelas privadas mientras que el fenómeno de la burla es más propiedad de alumnos de establecimientos estatales.
Según consideró Brawer, desde las escuelas la mayoría de las veces se hace hincapié en el cumplimiento de las normas y reglas, y no tanto en el respeto de los derechos fundamentales. “A lo mejor, se sanciona a un chico por llevar una gorra pero en cambio se le deja pasar la burla a otro por villero”.
“Como docentes tenemos que poner el foco en trabajar culturalmente la aceptación de las diferencias, la diversidad. Los chicos son así porque estamos en una sociedad en la que se fomentó el individualismo”, analizó.
Las incivilidades a las que hace referencia el estudio del Observatorio “disminuyen a medida que aumenta el nivel de escolaridad”, y agrega que “es mayor el porcentaje de varones que dice haber sido víctima de incivilidades que de mujeres, especialmente en lo que tiene que ver con burlas, insultos y rotura de útiles”.
Construir legalidades
Para la coordinadora de Programas para la Construcción de Ciudadanía es indispensable que la escuela como institución asuma el rol, en su propio ámbito, de resolver situaciones de conflictividad entre los alumnos, trabajando con estrategias en las que se puedan construir legalidades compartidas entre todos los actores de la comunidad escolar.
“Es necesario consensuar legalidades, para lo cual debe haber necesariamente una participación estudiantil. Éste es un proceso a mediano y largo plazo, como todo en el ámbito educativo, aunque tampoco hay que descartar la sanción para aquel alumno que transgrede una norma”, dijo Brawer.
Afirmó que “la transgresión de una norma de parte de un alumno tiene que tener su consecuencia a partir de una sanción o una amonestación, pero estamos en la escuela y la escuela es un lugar para educar, por lo que es importante cómo se aplica esa sanción. Las normas, si están consensuadas, cuando el chico las transgrede, sabe por qué se lo sanciona, tiene fundamentos. Es distinto a como era antes cuando se tiraba una tiza al pizarrón y, de acuerdo al humor de la maestra, se aplicaba un mayor o menor castigo de manera arbitraria”, explicó la funcionaria.

¿ Qué hacer?
Como estrategias, propuso trabajar con los estudiantes sobre la diversidad y generar instancias de participación de los jóvenes y sus familias, en órganos donde circule la palabra, donde el malestar pueda expresarse, donde se generen lazos más allá de los naturales entre los actores del sistema educativo. “Si en una escuela se fortalecen los valores democráticos, se enseña a ser más tolerante, se dialoga, se estará trabajando en la prevención de conflictos”, aseguró.
Para la especialista, no hay una única fórmula. Como ejemplo citó el caso de una escuela que tenía alumnos porteños y bolivianos, y empezó a trabajar con las madres en ferias de platos típicos y otras actividades participativas. “Los chicos aprenden valores, viéndolos y no sólo escuchando sobre ellos”, remarcó Brawer, para quien los Consejos de Convivencia también son una herramienta que puede ayudar, si es bien entendida.

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